Los 21 secretos más oscuros y escándalos de la Reina Isabel II pocas veces se han unido el mundo en un duelo global como el ocurrido este año 2022 con la muerte de la reina Isabel II de Inglaterra. La monarca falleció a sus 96 años después de un reinado que se extendió por más de 7 décadas. Los honores han sido mundiales, el reconocimiento a su rol y dedicación como parte de la casa real británica ha sido unánime.
- Se suponía que no sería reina
- No era una madre muy atenta
- Se casó con su primo
- Lo conoció cuando tenía apenas 13 años
- Su elección de esposo fue criticada
- La corona afectó su matrimonio
- Tardó en reconocer a Felipe
- Censuró un documental sobre su familia
- Su tío tenía conexiones con el régimen
- No permitió que su hermana se casara por amor
- Tres de sus hijos terminaron en divorcio
- Permitió el amorío del príncipe Carlos
- En general, sostuvo una mala relación con Diana
- No lloró a Diana después de su muerte
- Burló leyes
- Se rehusaba a renunciar a su trono
- La distancia del príncipe Harry y su esposa Meghan
- Toleró el grave comportamiento del príncipe Andrés
- Las joyas de las colonias
- Las consecuencias de la colonización
- Dejó un futuro incierto
Se suponía que no sería reina
Aunque en la actualidad la imagen de Isabel II es prácticamente indivisible de la imagen del Reino Unido, en realidad este no era el destino que le esperaba al nacer. Cuando nació, ni siquiera estaba en la primera línea para la sucesión, pero su vida y su destino cambiaron drásticamente por una decisión externa: el rey Eduardo VIII, su tío, abdicó abruptamente al Trono para contraer matrimonio con una plebeya. Este cambio inesperado dejó la corona sobre Jorge VI, quien era el hermano menor del ex monarca y el padre de Isabel.
No era una madre muy atenta
Gobernar un país no es tarea fácil, pero asumir un reinado a la corta edad de 25 años ciertamente puede ser aún peor. Isabel II ascendió al Trono mucho antes de lo esperado debido a la muerte temprana de su padre. Aunque formalmente el monarca del Reino Unido no participaba en el gobierno, sí es el jefe de estado de todos los países del reino y de buena parte de la Mancomunidad de Naciones. Esto trae consigo una serie de responsabilidades y tareas que, combinadas con un carácter más bien parco, hicieron de Isabel II una madre particularmente ausente en la vida de sus hijos. La educación y cuidado de los tres príncipes y la princesa casi siempre estuvo a cargo de sirvientes, institutrices o internados. Aunque en la imagen pública de la familia real siempre destacó la unión, en realidad los hijos no pasaban ni una hora completa al día con sus padres.
Se casó con su primo
Quizás en su momento no fue algo escandaloso porque era una costumbre muy frecuente entre las casas reales europeas desde la Edad Media, pero la Reina Isabel II estaba casada con su propio primo, el príncipe Felipe. El rey consorte era en realidad primo tercero de la reina. Los dos tenían los mismos tatarabuelos, la reina Victoria y el rey Alberto, quienes estaban casados y eran primos hermanos.
Lo conoció cuando tenía apenas 13 años
Esta situación sería muy mal vista en los tiempos actuales, pero Isabel II estaba apenas entrando en la adolescencia cuando conoció y se encaprichó con el príncipe Felipe. La diferencia de edad no era pequeña, sobre todo por la etapa de vida de ambos. Ella tenía 13 y él 18. Felipe, entonces, era un cadete en la Marina británica. Después de conocerse, mantuvieron comunicación mediante cartas por varios años. Cuando cumplió 17, Isabel estaba segura de que deseaba casarse con él.
Su elección de esposo fue criticada
Si bien la joven Isabel estaba segura de su decisión matrimonial, su elección no fue para nada bien vista en la época. Felipe Mountbatten estaba lejos de ser un candidato aceptable para una princesa del Trono británico, proveniente también de una casa real europea. Para el momento en que Isabel y Felipe se comprometieron, él era un exiliado de su Grecia de origen. Su familia fue expulsada del país, él creció en París, su madre fue declarada demente, su padre envejecía con una vida llena de excesos en Montecarlo y las tres hermanas que habían sobrevivido estaban casadas con dirigentes del régimen nazi alemán. Casarse con él fue una decisión personal de Isabel que pudo poner en riesgo la seguridad de la monarquía, pues el gobierno inglés no confiaba en la lealtad del príncipe y veía con malos ojos los lazos de sus hermanas con los nazis.
La corona afectó su matrimonio
Aunque muchos pensaban que el príncipe Felipe buscaba escalar posiciones con su boda e incluso verlo ascender al Trono, para sorpresa de algunos, asumir el reinado no fue precisamente agradable para él. La coronación de Isabel implicó un cambio drástico en la dinámica familiar y de pareja. Eran todavía muy jóvenes, ella tenía 25 años y él 30. No vivieron mucho de su matrimonio fuera del Trono. El convertirse en reina implicaba que Isabel era la corona, la representación de todo el Reino Unido, y todo el reino era su responsabilidad y prioridad antes que su esposo, quien se tuvo que arrodillar ante ella después de su coronación. Para un hombre de la década de 1950, no era un gesto fácil. Esto llevó a varias crisis en el joven matrimonio y el príncipe se ausentaba por semanas del hogar. Incluso se rumoreó que tuvo varios amoríos, aunque nunca se encontraron evidencias de sus supuestas indiscreciones.
Tardó en reconocer a Felipe
La equidad en la relación era imposible de lograr. Nadie podía estar al nivel de la Reina. Sin embargo, Isabel tenía la alternativa de mejorar, aunque fuera poco, la posición nobiliaria de su esposo, reduciendo la brecha simbólica entre ambos. Felipe ya era de la realeza, era príncipe de Grecia y Dinamarca, pero una de las condiciones para casarse con la futura reina era asumir la nacionalidad británica. Esto implicaba renunciar a sus títulos nobiliarios y pasar a ser un simple plebeyo inglés, a usar su apellido de origen, Mountbatten. Eventualmente, le dieron el título de Duque de Edimburgo. No se sabe con certeza el motivo de la espera, pero sí se rumora que la falta de un título mejor afectaba el orgullo de Felipe, quien se sentía incómodo siendo respetado por la posición de su esposa, incluso sus hijos tendrían un mejor título que el suyo, como se subraya en una escena reveladora de la serie de Netflix "The Crown". Pese a que la reina podía mejorar su estatus, se tomó cinco años para hacerlo. Fue hasta 1957, cinco años después de ascender al Trono, que finalmente Isabel lo nombró príncipe del Reino Unido.
Censuró un documental sobre su familia
En 1969, la BBC realizó un documental dentro del Palacio de Buckingham. Fue una idea del secretario de prensa de la reina, Sir William Heseltine, quien consideró la televisión como una excelente vía para acercar la corona a la población y dar una visión interna del funcionamiento de la realeza. Titulado "Familia Real", el documental mostraba la vida dentro del palacio, un retrato más bien ordinario de la principal familia del Reino Unido que fue muy criticado. Para muchos, la familia real intentaba parecer normal, sus integrantes se veían incómodos y muy poco naturales en el video. La reina no estuvo a gusto con el documental, pues sintió que no los presentaba con una buena imagen y que levantar el misterio que rodeaba a la realeza hacía un flaco favor a su popularidad. Así que en 1972, 13 años después, prohibió que se volviera a transmitir. A principios del año 2021, y luego de la gran popularidad de la serie "The Crown", el documental resurgió en YouTube y nuevamente desapareció, no estuvo público más de 48 horas.
Su tío tenía conexiones con el régimen
Si bien la Reina Isabel II siempre mantuvo una firme repulsión por el régimen nacionalsocialista alemán dirigido por Adolfo Hitler, las relaciones con este totalitarismo, de una u otra manera, rodearon su vida. No solo sus cuñadas, las hermanas de su esposo, estaban casadas con dirigentes del partido nazi, dentro de la propia familia real había simpatías inaceptables de un monarca previo. Además, hablamos del rey Eduardo VIII, el tío de Isabel, quien abdicó al Trono. Con el tiempo se descubrió que Eduardo y su esposa, la americana Wallis Simpson, eran simpatizantes del régimen nazi. Se dice que Simpson tuvo una pareja previa que era parte del régimen alemán. Eduardo e Wallis incluso visitaron a Adolfo Hitler en octubre de 1937, apenas dos años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando el régimen nazi ya había iniciado la persecución contra los judíos y mantenía un discurso agresivo contra las potencias occidentales. Aparentemente, se cree que Hitler quería que Eduardo regresara al Trono, pues un rey simpatizante de su régimen sin dudas sería favorable en la inminente guerra.
No permitió que su hermana se casara por amor
Si bien la realeza implica muchas cosas, entre ellas privilegios y fortuna, también exige sacrificios. La vida privada, la libertad de elección y la posibilidad de vivir sin ataduras. Isabel II dedicó su vida entera a la corona y los deberes que exigían. Sin embargo, pudo elegir su pareja y casarse por amor, incluso enfrentando las posiciones del gobierno inglés de la época. Pero no le permitió la misma posibilidad a varios miembros de su familia, principalmente a su hermana, la princesa Margarita. Como monarca, Isabel II debía otorgar permiso a los integrantes de la familia real para sus matrimonios, y en el caso de Margarita, se lo negó. El amor de la vida de la princesa era un oficial llamado Peter Townsend, quien estaba divorciado. La Iglesia de Inglaterra no aprobaba los divorcios en esa época, a mediados del siglo XX. Así que la reina, que también era cabeza de la iglesia, decidió prohibir el matrimonio, condenando a la princesa Margarita a una vida famosamente infeliz en el amor.
Tres de sus hijos terminaron en divorcio
A pesar de los intentos de mantener una imagen perfecta y correcta según los preceptos de la iglesia, los propios hijos de la reina demostraron que la imagen perfecta era imposible de mantener. La década de 1990 fue particularmente dura para la realeza británica, tres de los cuatro hijos de la reina tuvieron divorcios públicos. La princesa Ana se divorció de su esposo después de descubrir una infidelidad de la cual nació un hijo. El príncipe Andrés se divorció de su esposa, la duquesa Sarah Ferguson, después de que ella fuera fotografiada mientras un magnate estadounidense le chupaba los dedos de los pies. Y, por supuesto, más notoriamente, el príncipe Carlos, el heredero al Trono, tuvo un muy público divorcio de su esposa Diana, la princesa de Gales, a quien engañó públicamente por varios años. Parece que ser jefa de Estado fue más fácil para Isabel que ser jefa de su familia. Todos estos escándalos dejaron en evidencia la incapacidad de la reina para manejar los problemas familiares y ejercer autoridad sobre los comportamientos de sus hijos. De hecho, un ex secretario de prensa del palacio dijo alguna vez: "Esta actitud de la reina irritaba especialmente a los trabajadores de la casa real. No le gustan los problemas y, de ninguna manera, es feminista. Así que estaba más que feliz de dejar todo a su esposo o a nosotros. Le presentabas a la reina un problema familiar, y ella decía: '¿Le has preguntado a Felipe, Carlos, Andrés?'. Dependiendo de quién se tratara, ella siempre quería que alguien más lo hiciera con todo."
Permitió el amorío del príncipe Carlos
Pese a su matrimonio, la tragedia del matrimonio entre Carlos y Diana Spencer fue un asunto público y muy criticado. Mientras la princesa de Gales era muy apreciada por la población, el príncipe Carlos mantenía un conocido romance desde antes de su matrimonio con Camilla Parker Bowles. El romance no terminó ni siquiera cuando ambos fueron obligados a separarse para forzar el matrimonio con Diana. Camila también estaba casada entonces. Públicamente, la princesa tuvo que tolerar el amorío que, con el tiempo, se hizo más evidente, y la reina lo sabía. La propia Diana reveló eventualmente que pidió apoyo a la Reina Isabel II. Tan apegada a la tradición era, probablemente, la única persona en el mundo con poder suficiente para exigir a su hijo respeto al matrimonio y a su posición, y prefirió ignorarlo permitiendo el romance extramatrimonial, llevando con el tiempo a un divorcio muy público que afectó severamente la imagen de la casa real británica.
En general, sostuvo una mala relación con Diana
Pese a que Diana de Gales fue probablemente la integrante más popular de la casa real británica, la Reina Isabel nunca tuvo una relación particularmente positiva con la entonces princesa. Se dice que, al inicio del matrimonio entre Carlos y Diana, la princesa pidió apoyo a la reina en una carta en la cual explicó que se sentía aislada y poco comprendida por la familia. Carlos la abandonaba con frecuencia y ella no encontraba lugar en palacio. La reina empatizó con la princesa al principio, pero eventualmente se abrió un cisma entre ambas. Para empezar, Diana era percibida como una rebelde: en la boda, se negó a comprometerse a obedecer a su esposo. Su forma de vestir no siempre iba en consonancia con las elecciones de la reina. Su trabajo de caridad no siempre era bien visto y, además, su extrema popularidad irritaba a la monarca. Las declaraciones públicas de Diana que denunciaban la falta de apoyo y de afecto por parte de la monarca empeoraron la relación entre ambas y, luego del divorcio, aunque la reina quiso mantener el título de "Su Alteza Real" para Diana, el príncipe Carlos insistió en que se lo quitara. La reina, como hizo con el romance, complació al príncipe haciendo un desplante público a la figura de la ex princesa.
No lloró a Diana después de su muerte
Lo más trágico de la historia de Diana llegó entonces, apenas meses después de su divorcio, cuando Diana disfrutaba de un romance que parecía hacerla feliz. Falleció en un accidente automovilístico provocado por paparazzis en París. La muerte de Diana fue una gran pérdida para el Reino Unido y para el mundo. Se convirtió en un duelo mundial y, pese a que fue princesa de Gales, la reina ignoró la muerte y no envió un mensaje público sobre el tema hasta cinco días después. Se dice que la reina consideraba que era una tragedia familiar que debía manejarse en privado, pero la opinión pública lo vio como un gesto de desprecio hacia la princesa. Finalmente, casi una semana después, dio un discurso en video en el cual elogió el valor de la princesa y su dedicación a sus hijos, pero ya era tarde. Nadie creyó en su supuesto duelo por Diana.
Burló leyes
Teóricamente, la reina es la jefa del Estado británico, tiene labores de Estado pero no de gobierno. No puede ni debe tomar partido en asuntos internos, tampoco debe tener simpatías políticas públicas. Y aunque Isabel respetó su rol la mayoría de las veces, también abusó de él en algunas oportunidades. De manera secreta, la reina investigó alrededor de mil legislaciones antes de que llegaran a discusión en el parlamento y vetó algunas de ellas. Esto le permitió, por ejemplo, eximir a la familia real de cumplir las leyes que evitan la discriminación racial y sexual. Hasta 1968, estaba prohibido que migrantes o extranjeros de color trabajaran en las oficinas de Buckingham Palace, por ejemplo.
Se rehusaba a renunciar a su trono
La Reina Isabel fue la monarca con el reinado más largo de la historia y se negaba a perder ese lugar. Aunque muchos dicen que esto se debía a su sentido de deber con su país, lo cierto es que la reticencia a dejar que su hijo ascendiera al Trono cuando estaba más joven se terminó viendo como un rechazo implícito a Carlos y su posible autoridad. De alguna manera, la reina se ha comportado como si ella fuese la única que importa. No ha planeado el futuro muy bien, casi se ve a sí misma como la última soberana. Todo se ha tratado sobre qué le conviene a ella. Lois Beckett, una periodista de "The Guardian", dijo: "Lo que le conviene a la monarquía a largo plazo es lo que le conviene a ella". Ahora que ha fallecido, Carlos III asume el trono con casi 80 años, lo cual asegura un reinado mucho más corto que el de su madre y muchos cambios en el futuro próximo de la familia real británica.
La distancia del príncipe Harry y su esposa Meghan
Los últimos años han sido especialmente escandalosos para la realeza británica, principalmente por la decisión del príncipe Harry de abandonar sus roles reales para mudarse con su esposa, la duquesa de Sussex, y actriz estadounidense, Meghan Markle, a Estados Unidos. La joven pareja reclamó un trato injusto y posiblemente racista por parte de la prensa británica. Han contado sobre racismo dentro de la propia familia real y han reclamado que no fueron defendidos por ella. Aunque la reina no respondió a estos señalamientos y realmente el príncipe no la acusó directamente, lo cierto es que su actitud pública demostró que no había un verdadero apoyo y protección. De hecho, muchos han señalado que Meghan es una nueva Diana para la realeza británica.
Toleró el grave comportamiento del príncipe Andrés
Probablemente, el comportamiento más inaceptable de la Reina Isabel II ha sido su tolerancia y protección al príncipe Andrés, el tercero de sus hijos y supuestamente su favorito, incluso después de haber sido acusado de violación a menores de edad. Andrés siempre tuvo una vida alocada y una personalidad libertina que reconocía la prensa británica, pero fue su amistad con Jeffrey Epstein, acusado por trata de menores y conductas inapropiadas en una isla privada, infame, la que terminó de manchar la reputación del príncipe Andrés. Fue directamente acusado de violación por una joven y, aunque el caso terminó debido a un acuerdo económico, poco ayudan a su culpabilidad. Pero las primeras acusaciones contra Epstein llegaron en 2011 y los señalamientos contra Andrés sonaron en 2015. Epstein murió en prisión en 2019 y, apenas en 2021, diez años después de que iniciara el caso, es cuando el príncipe fue oficialmente demandado por su víctima. Entonces, finalmente, la casa real decidió retirarle el título de "Alteza Real" y sus conexiones militares. La reina nunca condenó públicamente el caso.
Las joyas de las colonias
La colección de joyas de la corona incluye el diamante más grande encontrado en la historia, el Cullinan, que pesaba 3.106 quilates antes de ser dividido en nueve diamantes diferentes. El más grande de ellos se encuentra en el centro de la corona que se utiliza en ocasiones especiales, como las coronaciones. Aunque la familia real dice que fue un regalo de la colonia británica de Transvaal en 1907, ubicada en la actual Sudáfrica, en realidad, líderes comunitarios de ese país afirman que fue robada por la corona y han exigido que sea devuelta a su población.
Las consecuencias de la colonización
Si bien la Reina Isabel II ha sido reconocida por su rol como jefa de Estado, esto implica también hacerla responsable por las consecuencias de la colonización del Imperio británico. Así como Isabel vivió y representó al Reino Unido de forma apta ante el mundo, es importante recordar que lo hizo sin jamás asumir responsabilidades de su estado ni pedir disculpas por los abusos y atrocidades sufridas por sus colonias y por las consecuencias que la colonización dejó en muchos de esos territorios. La esclavitud, el saqueo de riquezas, la imposición de costumbres y la falta de respeto a culturas distintas son algunas de las mayores faltas del Imperio británico. Y si bien Isabel no tenía verdadero poder ni era responsable real de las decisiones de su gobierno, sí fue representante del Estado, trabajó para mejorar la imagen británica en el mundo y poco hizo para disculparse por la responsabilidad británica en problemas de otros países.
Dejó un futuro incierto
Nadie sabe quién fue la verdadera Isabel II, probablemente ni ella misma. Su decisión de asumir el rol de monarca, su carácter reservado, su incapacidad de elección y su devoto cumplimiento del deber hicieron que la personalidad de Isabel II fuera una incógnita. Pensar en la idea de la monarquía en pleno siglo XXI parece una locura, pero el papel que cumplió la reina es innegable. Ahora que ha muerto, parece imposible dejar de pensar si el culto a su personalidad no abrirá ahora el camino para una República. Después de todo, es tan importante su legado que probablemente nadie pueda sustituirla. La Reina Isabel II de Inglaterra tuvo, sin duda, un rol histórico para Occidente durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI. Su reinado es el más largo y seguramente será recordado por su éxito, al menos para el bando británico. Pero, como ocurre con todo personaje histórico, es importante recordar sus sombras, tanto como sus aciertos. Aunque cumplió el deber que le exigía su cargo, lo hizo a costa de muchas cosas, incluyendo el bienestar emocional de su familia. Si de algo no queda duda es que Isabel II fue un personaje icónico cuyo legado seguirá siendo recordado por muchos años más, a pesar de que realmente nadie la conoció a profundidad.

¡Hola! Soy Javier L., un apasionado de la historia que ha encontrado en la escritura una vía para compartir y explorar los rincones más fascinantes de nuestro pasado. Cuando no estoy sumergido en algún libro o documento histórico, me encuentras plasmando mis descubrimientos y reflexiones en este blog. Creo firmemente que la historia no solo es una serie de fechas y eventos, sino un rico conjunto de historias y lecciones que aún resuenan hoy. ¡Espero que disfrutes leyendo tanto como yo disfruto escribiendo! Un saludo y gracias por acompañarme en esta travesía por el tiempo.
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