Así era la vida diaria en el Imperio Otomano. Los hombres y mujeres del imperio dejaron un legado arquitectónico y cultural tan perdurable como el de romanos y griegos. Solemnes estructuras como mezquitas, el Palacio de Topkapi y el Gran Bazar engalanan la visita de turistas que hoy recorren la moderna Estambul.
Un Imperio Poderoso
Los otomanos poseían el ejército más organizado, equipado y eficiente del mundo, lo que los convirtió naturalmente en el imperio más poderoso de su época. Gobernaron sobre toda la moderna Europa del Este, con autoridad sobre Siria, Líbano, Egipto, Libia, Túnez y Argelia.
Pero, ¿cómo era vivir bajo los estamentos del que fuera por siglos el imperio más avanzado del mundo? Abriendo los libros de historia nos sumergimos en las antiguas y deleitantes escrituras para descubrirlo.
Una Sociedad Organizada
Las ciudades del Imperio Otomano tenían características de muchas de las ahora modernas metrópolis del mundo. Eran grandes, tenían alcantarillas, bibliotecas, hospitales y hasta universidades. Aquel estado era tan eficiente que fue capaz de organizar a una población de más de 20 millones de personas, un número importante para el siglo 16.
Los hombres y mujeres otomanos vivían conforme con sus costumbres, con una relativa estabilidad, porque las sublevaciones no eran habituales y siempre bajo el manto cobijador del omnipresente sultán.
El Poder Absoluto del Sultán
Todo el imperio estaba subordinado firmemente al sultán, quien ostentaba el poder absoluto sobre todo aquello que su vista alcanzaba a ver, incluidos hombres y recursos del imperio.
La sociedad otomana estaba subordinada firmemente al sultán. Durante los siglos 15 y 16, con la muerte del sultán, el poder no recaía necesariamente en el primogénito. El elegido a ocupar su puesto resultaba de una designación divina. Al cumplir los 12 años, los principes serían enviados a regiones remotas del imperio para aprender los menesteres del gobierno provincial. Al conocerse el fallecimiento de su padre, el primero de los príncipes que volvía a Estambul era el que heredaba el título.
Pero contrario a lo que uno imagina, ser hijo del poderoso señor de la tierra no era del todo una grata experiencia. Una ley secular, llamada "sultán icide fratricidio", promulgada por Mehmed el Conquistador, pretendía prevenir guerras civiles por odios de familia entre los herederos, garantizando así una estabilidad en el imperio al asegurar una única línea de sucesión. Entonces, en pocas palabras, la primera tarea del nuevo sultán era ejecutar a sus hermanos, y esto fue así por lo menos hasta mediados del imperio.
Todo aquel que vivió durante los casi 700 años de existencia del imperio otomano perteneció a uno de los dos grandes grupos sociales de la época. Exactamente igual a como ocurre en regiones del mundo moderno, se era gobernante o gobernado.
En términos turcos, los "has querido" y los "reyes" gobernaban y participaban tanto en el ejército como en el sacerdocio, mientras que los "della" estaban destinados al trabajo en la tierra y a la producción.
La base de los "asc eric" estaba formada por un grupo de campesinos cristianos que habían sido arrebatados de sus familias como pago de impuestos. Un sistema llamado "de firme". Se trataba de jóvenes que eran recluidos en el Palacio de Topkapi, lugar donde recibían un largo, exigente y disciplinado entrenamiento para convertirse en soldados jenízaros. A aquellos muchachos que nunca más volverían a casa, se les enseñaba a leer en turco, árabe y persa, además de ser obligados a seguir la fe islámica. Se les enseñaba una estricta obediencia y lealtad al sultán, y se les decía que no había bendición más grande que morir a su servicio.
Pese a estar en la categoría de esclavos y de creer que no existía una vida después del sultán, este grupo de jóvenes disfrutaba de una profusa riqueza y poder como élite de la clase gobernante. Los hombres más destacados de aquel grupo eran seleccionados para servir dentro del palacio del sultán, donde recibían un entrenamiento especial separados del resto, una oportunidad inmejorable, pues los mejores llegaban a tener su propio séquito y el rango más alto al que podían aspirar, además de servir como mano derecha del sultán.
Por su parte, los "reyes" eran el brazo productivo de la sociedad otomana, cuyos impuestos sostenían el estilo de vida de la aristocracia. Generalmente, se trataba de campesinos pobres y analfabetos. Al ser la clase dominada, los hombres y mujeres de este grupo social no podían siquiera aspirar a montar a caballo, mucho menos portar una espada, y en cuanto a vestir, les oprimía una ley que regulaba lo que podían o no usar.
La sociedad otomana era multicultural, tolerante y la religión era un aspecto de suma importancia en la vida cotidiana. Pese a su multiculturalidad, que incluía una minoría de cristianos ortodoxos, judíos, armenios, entre otros, los otomanos eran bastante tolerantes respecto a las creencias de los pueblos conquistados. Con los otomanos, no existió la persecución religiosa, aunque la mayoría vivía como musulmanes, bien sea por nacimiento o por conversión. Los que decidían practicar su propia fe no eran hostigados, siempre y cuando esta no contraviniera directamente con la fe musulmana. Las únicas personas despreciadas eran los gitanos y los nómadas, porque no aportaban nada al estado. Igualmente, sólo la Iglesia Católica Romana estaba totalmente discriminada.
La vida social de los otomanos estaba basada en torno a la religión, y de ello hay evidencias como las suntuosas mezquitas en Estambul y en toda Turquía.
La Vida Familiar Otomana
En el alto periodo turco desde 1453 hasta 1600, la vida familiar otomana era bastante sencilla. Sólo importaba una persona: el hombre. El jefe de la casa tenía tanto poder como el sultán sobre el estado. Su autoridad era suprema e incuestionable sobre todo lo que respirara bajo su techo, incluidas a veces dos o tres generaciones de familia. Nadie podía comer con el jefe de la casa a menos que fuera invitado y mucho menos probar los alimentos antes que él. Sus hijos tenían la importancia suficiente como para sentarse en su habitación sin su consentimiento, algo impensable era la desobediencia, y esta era castigada como un crimen tan grave como la deserción o el homicidio.
La infertilidad era, después de la muerte, lo peor que le podía pasar a una mujer. Por su parte, la madre era poco más que un objeto reproductor y decorativo, y ese poco más era el poder que tenía sobre las otras mujeres de la casa y sobre los hijos varones de hasta siete años, edad en que les sería practicada la circuncisión. La mamá se encargaba de organizar la boda del hijo varón, el sexo más deseado por los padres al momento de concebir. Las niñas tenían un futuro planificado desde que nacían, el objetivo era casarlas cuanto antes, por lo general al cumplir los 12 años. Así que ellas tampoco los jóvenes tenían nada que objetar respecto a su matrimonio y solían verse sólo hasta después de una larga ceremonia.
La sociedad otomana era patriarcal, con hombres que podían tener hasta cuatro mujeres, siempre que todas vivieran separadas. En cuanto al divorcio, al hombre le bastaba con decirlo para dejar a su mujer. No ocurría lo mismo con ellas, que les era imposible separarse de su esposo sin su consentimiento.
Diferencias en la Vestimenta
El vestir en la sociedad otomana también estaba sólidamente diferenciado. Los hombres que no pertenecían a la aristocracia vestían pantalones bombachos con una camisa y un dolman, y un fajín alrededor de la cintura. Si era rico, el hombre vestía un "captan" con calcetines de piel, zapatillas y un turbante. Pese a no ser una obligación, la mayoría prefería lucir una profusa barba desaliñada.
Las mujeres campesinas llevaban pantalones largos hasta los tobillos, con un blusón igualmente largo, un tipo de vestimenta muy inferior a la lúcida por las damas ricas. Las mujeres de niveles superiores vestían pantalones cubiertos con un blusón de gasa ribeteado con bordados, un chaleco abotonado seguido con mangas largas. Las mujeres de la aristocracia estaban ataviadas con tantas joyas como tuvieran, mientras que las pobres llevaban monedas de oro en su pañuelo. Toda la riqueza familiar.
Una Higiene como Legado
Según el historiador griego Teodoro Spanos, los otomanos se tomaban muy en serio la higiene. Una vez llegó a escandalizarse tanto que escribió: "Los turcos se dedican al lavado de sus manos, pies, su cuello y todo el cuerpo, incluyendo partes que me ruboriza especificar. Nosotros creemos que con zambullirnos en una estrecha tinaja de agua turbia ya basta, ellos no. El baño es un elemento indispensable para su existencia, un mendigo turco prescindirá de comer y terminará por tierra, pero se bañará". Los baños estaban ampliamente extendidos en la sociedad otomana, aunque los públicos no eran tan majestuosos como los romanos con quienes, sí tenían algunos de sus usos. Además de lavar el cuerpo, tenían encuentros sociales y amorosos.
La arquitectura de los baños refleja su decisivo rol en el día a día otomano. Amplios espacios rodeados de mármol blanco, cuyas cúpulas agujereadas permiten una mágica iluminación que se mezcla con una cálida atmósfera de vapor y el tranquilizante sonido del agua al caer de la fuente. Un lugar así lo convirtió en un punto de encuentro para los otomanos. Lady Mary Wortley Montagu, una viajera británica, dijo en 1718: "El baño es el café de las mujeres, donde entre baños, sorbetes y helados, se cuentan las noticias y se fraguan los escándalos".
Pero no siempre eran para chismes y encuentros amorosos. La afición a los baños de la sociedad otomana también estaba relacionada con la salud, pues el baño estaba muy extendido en Europa continental como cura para problemas médicos. Para el siglo 16, hospitales para enfermos del cuerpo y del espíritu fueron construidos junto a estas siempre estructuras mezquitas, creando un área donde se podía sanar la materia y el espíritu.
El Gran Bazar Otomano
La vida en la sociedad otomana no podía estar completa sin una actividad en particular: el comercio. El mercado de compra y venta de importación y exportación era extremadamente importante. Mmd, el Conquistador, ordenó la construcción del Gran Bazar en 1455, y desde entonces, este fue como un centro para el comercio local de ropa y joyas.
Los comerciantes del Gran Bazar fueron colocados en gremios con otros vendedores del mismo rango, o que desempeñaban un papel similar en la sociedad y economía. Al no haber más espacio donde vender, había que esperar a que un comerciante muriera o decidiera retirarse de su puesto para poder unirse a uno de los gremios.
Los dos edificios de piedra que componen al Gran Bazar siguen estando más que vigentes. Continúan siendo el centro de la actividad comercial de Estambul. Desde finales del siglo 16 ha crecido tanto hasta convertirse en lo que es hoy. Se pueden comprar desde alfombras de Anatolia y cachemires de India, porcelana china y sedas, terciopelos de Bursa y Persia. Los otomanos tenían de todo: desde perfumes franceses y especias, espejos y cristales, hasta oro africano, joyas, tabaco, algodón, azúcar y jabón.
La Comida Otomana
La cocina otomana era más que un sitio donde simplemente se preparaba la comida. La mesa era sumamente importante, así como los ingredientes utilizados, la vajilla, las guarniciones, las bebidas y los panes. El respeto por los demás era una norma inquebrantable en esta cultura, así que los otomanos tenían mucho cuidado de que el olor de la comida que se preparaba no molestara a otros, ya que estos olores podían importunar a vecinos tan acomodados. Además, evitaban las conversaciones que pudieran levantar sentimientos exacerbados. Un principio era no avergonzar a los ricos ni atemorizar a los pobres. Mientras que los proverbios habían convertido esta regla en un principio casi férreo, los problemas surgían cuando uno come y el otro mira.
Las comidas eran sencillas y las variedades eran raras. Tanto en las mesas imperiales como en las populares, se sabe que las comidas otomanas siempre comenzaron con un caldo que se preparaba con caldo de res o pollo, más yogur y caldo de pescado al que se agregaba arroz, trigo tostado, ministro molido, vegetales secos o frescos y raíces. Un perfecto potaje para comenzar el día. El yogur, el ministro y las sopas de verduras se consideraban componentes premium, especialmente de los bronws. Dado que los caldos y el pan eran los pilares de la mesa, el sabor del primero era necesariamente en una condición previa.
Una evidencia de la importancia de la sopa entre los otomanos se halla en las preocupaciones de madres y abuelas por no poder casar a la hija pequeña de la familia que no podía cocinar decente. El consejo que se les dio a las chicas que compartían esta creencia fue: "de que valen las especias para una simple sopa, ¿qué bien le hace a la familia una solterona?"
Dos siglos de expansiones y conquistas convirtieron al imperio otomano en el mayor de su época. Después de gobernar por más de medio siglo, los otomanos siguen siendo recordados por su poderosa diversidad militar, por su cultura artística respetable, tolerancia religiosa y maravillas arquitectónicas. Pero se trataba también de un imperio multicultural, pues no solo conquistaban territorios, también agregaban a su sociedad los hábitos y costumbres de los conquistados, resultando entonces en una rica combinación de culturas bien recibidas, aunque tampoco faltaron encontronazos y rencillas.
Tabla Resumen
Aspecto | Descripción |
---|---|
Organización | El Imperio Otomano tenía el ejército más poderoso y estaba gobernado firmemente por el sultán. |
Grupos sociales | Había dos grandes grupos sociales: los "has querido" y los "della". |
Religión | Aunque mayormente musulmanes, los otomanos eran tolerantes con las creencias de los pueblos conquistados. |
Vida familiar | Los hombres tenían poder absoluto sobre la familia, mientras que las mujeres tenían roles reproductivos y decorativos. |
Vestimenta | Había diferencias en la forma de vestir entre la aristocracia y los campesinos. |
Higiene | El baño era una parte importante de la vida otomana y se cuidaba mucho la higiene personal. |
Comercio | El Gran Bazar era el centro de la actividad comercial en Estambul y se importaban y exportaban diversos productos. |
Comida | La cocina otomana era dominada por sopas y caldos, y se valoraba la buena preparación de estos alimentos. |
Preguntas Frecuentes (FAQs)
A continuación, respondemos algunas preguntas comunes sobre la vida en el Imperio Otomano:
¿Cuál era el ejército más poderoso del Imperio Otomano?
El ejército otomano era el más poderoso del mundo en su época.
¿Qué papel tenía la religión en la sociedad otomana?
La religión era de suma importancia en la vida otomana, aunque eran tolerantes con las creencias de los pueblos conquistados.
¿Cómo era la vida familiar en el imperio?
La autoridad del hombre era suprema en la vida familiar otomana, y las mujeres tenían roles reproductivos y decorativos.
¿Qué importancia tenía el baño en la sociedad otomana?
El baño era una parte vital de la vida cotidiana en el Imperio Otomano. Los otomanos se tomaban muy en serio la higiene personal.
¿Cuál era el centro de la actividad comercial en Estambul?
El Gran Bazar era el centro de la actividad comercial en Estambul y se importaban y exportaban diversos productos.
¿Qué comían los otomanos?
La comida otomana se basaba en sopas y caldos, y se valoraba la buena preparación de estos alimentos.
Esperamos que este artículo te haya dado una idea más clara de cómo era la vida en el Imperio Otomano. Recuerda suscribirte a nuestro blog para más artículos interesantes sobre historia y cultura.
¡Nos vemos en el próximo artículo!
¡Hola! Soy Javier L., un apasionado de la historia que ha encontrado en la escritura una vía para compartir y explorar los rincones más fascinantes de nuestro pasado. Cuando no estoy sumergido en algún libro o documento histórico, me encuentras plasmando mis descubrimientos y reflexiones en este blog. Creo firmemente que la historia no solo es una serie de fechas y eventos, sino un rico conjunto de historias y lecciones que aún resuenan hoy. ¡Espero que disfrutes leyendo tanto como yo disfruto escribiendo! Un saludo y gracias por acompañarme en esta travesía por el tiempo.
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