La verdadera historia de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría puede catalogarse como uno de los mayores daños producidos al conocimiento de la cultura universal. Es una de las maravillas del mundo antiguo y sus albores, pero su destrucción está rodeada de imprecisiones. La desaparición de este importante espacio del saber y la investigación que hoy todo el planeta lamenta implica una serie de acontecimientos que sobrepasan el incendio que muchas pinturas no retratan.
- El comienzo de la Biblioteca de Alejandría
- Un espacio del saber sin precedentes
- El comienzo del declive de la Biblioteca de Alejandría
- La expansión del cristianismo y la destrucción del Templo de Serapis
- Tabla Resumen
- Preguntas frecuentes (FAQs)
- El comienzo de la Biblioteca de Alejandría
- Un espacio del saber sin precedentes
- El comienzo del declive de la Biblioteca de Alejandría
- La expansión del cristianismo y la destrucción del Templo de Serapis
- Tabla Resumen
- Preguntas frecuentes (FAQs)
- El comienzo de la Biblioteca de Alejandría
El comienzo de la Biblioteca de Alejandría
Cuando el macedonio Alejandro Magno fundó la ciudad portuaria de Alejandría, la segunda ciudad más importante del territorio egipcio, su intención era hacerla la cuna del conocimiento y el aprendizaje de toda la cultura helénica. A través de un espacio que incentivara la sapiencia y el encuentro de eruditos de todo el mundo. Ese fue un sueño que probablemente lo inspiró su tutor, el filósofo Aristóteles, que Alejandro nunca pudo haber materializado debido a su inesperada muerte en Babilonia. Un suceso que terminó dividiendo el imperio que se extendió a tierras egipcias. Tras la muerte de Magno, en Egipto lo sucedió su general de más confianza, Ptolomeo Primero, quien procuró cumplir el sueño de su antecesor.
La verdad es que, tanto Alejandro como Ptolomeo Primero y sus sucesores, eran conscientes de que a todas luces la fuerza militar no era suficiente para lograr la dominación de las civilizaciones. De hecho, sabían que la manera más eficiente y menos desgastante de mantener una hegemonía política entre otros territorios era a través de la dominación cultural. Así que era imperativo aprender de todas las civilizaciones que dominaban por la fuerza para así asimilar de ellas lo que más convenía y fortalecer mucho más su poderío. Ptolomeo Primero contó con grandes estudiosos y pensadores a su alrededor. Uno de ellos fue el erudito y orador griego Demetrio de Palero, un gobernador o sátrapa exiliado en Egipto y quien lo ayudó con la planificación de una institución que albergaría copias de todos los escritos alrededor del mundo conocido. La idea fue inspirada por el Liceo de Aristóteles que se halló en Atenas. La nueva construcción era distinta a las ya existentes, pues estas últimas solo procuraban preservar escritos de sus propias culturas. Aún no hay consenso en el año exacto en el que se fundó, tampoco se sabe si fue durante el mandato de Ptolomeo Primero o de Ptolomeo Segundo, aunque es más probable que haya sido en el reinado de este último.
Un espacio del saber sin precedentes
La Biblioteca formó parte de una construcción mayor, conocida como Museo, un santuario de las Musas, nombre que referenciaba a las nueve musas que los griegos consideraban responsables de las distintas vertientes del conocimiento. Recordemos que Magno tuvo educación con gran influencia griega, aunque Aristóteles fuese macedonio. El Museo no dispuso de una colección de obras de arte, sino que más bien fue parecido a lo que hoy concebimos como una universidad. Su verdadero objetivo era servir como espacio en el que los estudiosos del mundo antiguo se reuniesen para investigar, traducir, dilucidar y difundir nuevos conocimientos. De manera que allí confluyeron los más grandes versados de las diferentes ramas del saber: físicos, astrónomos, alquimistas, letrados, matemáticos, etcétera. Así, la Biblioteca fue ganando prestigio. En el Museo vivían por largos lapsos y a tiempo completo un aproximado de 100 académicos. Muchos de estos eruditos trajeron consigo textos asirios, persas, egipcios, hebreos y budistas que luego se tradujeron al griego. Cuando Ptolomeo Tercero se convirtió en faraón y les exigió a las tripulaciones de barcos que atracaban en el puerto de Alejandría la entrega de sus escritos para que fueran reproducidos por los escribas oficiales, en caso de que no hubiese registros de ese manuscrito en la Biblioteca. Si tal era el caso, al encargado de la embarcación se le entregaba una copia, junto con cualquier otra compensación, y el original iba directo a la Biblioteca de Alejandría. Los administradores de este importante centro del conocimiento también se encargaban de recopilar escritos alrededor del mundo. Unos textos se compraron y otros fueron donados. La cantidad de escritos llegó a estimarse entre 40.000 y 400.000, incluso Aelio el historiador romano señaló la cifra de setecientos mil volúmenes en su obra "Noches Áticas". Supuestamente, la Biblioteca albergó la colección completa de Aristóteles. Tal fue la magnitud de escritos que obligó a que se buscase una extensión de la Biblioteca, por lo que se ocupó el espacio conocido como el Templo de Serapis, fundado por Ptolomeo Primero. Allí se albergó por lo menos el 10% del material total de la Biblioteca de Alejandría que disponía el Museo. El santuario de las Musas era un verdadero centro para la lectura, investigación y el disfrute de la naturaleza. Además de la Biblioteca propiamente dicha, tenía observatorios, laboratorios, áreas de conferencias, zoológicos, jardines botánicos, comedores, viviendas, salas para la poesía, la música, etcétera. Por años, la Biblioteca fue el centro en el que se generaban nuevos conocimientos.
El comienzo del declive de la Biblioteca de Alejandría
Son muchas las imprecisiones que rodean la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Se tiende a creer que la infraestructura fue devorada por las llamas. Sin embargo, fueron muchos los acontecimientos que mellaron la imagen y las bases de la más majestuosa biblioteca de la antigüedad. Hagamos un recorrido histórico en el que se incluyen más supuestos que certezas.
Expulsión de académicos
El declive de la Biblioteca comenzó antes de que las llamas devoraran por primera vez parte de la estructura. Y es que Ptolomeos Séptimo y Ptolomeo Octavo mantenían una disputa por el control de Egipto, y en el año 145 antes de Cristo, Aristarco de Samos-Tracia fue tutor de los hijos de Ptolomeo Séptimo y fungió como bibliotecario de este centro del saber. Aristarco apoyó a Ptolomeo Séptimo. Por esa razón, cuando éste fue asesinado y Ptolomeo Octavo se hizo del poder, el nuevo faraón expulsó de Alejandría a Aristarco y a otros académicos extranjeros. Y eso hizo que muchos de los académicos que quedaron se desvincularan de la Biblioteca, en especial los que eran discípulos de Aristarco, y comenzaron a hacer investigaciones en otras regiones, incluida Pérgamo, la principal ciudad griega que rivalizaba en conocimiento con Alejandría. La decisión de Ptolomeo Octavo dañó parcialmente la labor de la Biblioteca. Por si fuera poco, el dominio ptolemaico empezó a decaer en Egipto alrededor del siglo II antes de Cristo y la atención que le prestaban a la Biblioteca de Alejandría, en especial la monetaria, fue mermando. La inestabilidad del dominio ptolemaico ocasionó problemas políticos, económicos y sociales que afectaron directa e indirectamente a la Biblioteca y su influencia.
El emperador Julio César y el incendio de la Biblioteca
Esta es la causa más difundida sobre el fin de la Biblioteca. En el año 48 antes de Cristo, y con la intención de hallar y derrocar a Pompeyo, el general romano Julio César se trasladó a Alejandría en busca de su antiguo aliado y ahora enemigo, quien ya había muerto a manos de los alejandrinos, algo que Julio César ignoró en principio. Luego, el general romano conoció allí a Cleopatra, la descendiente más sobresaliente de los Ptolomeos. Sin darse cuenta, Julio César se halló envuelto en el enfrentamiento entre Ptolomeo 14º y Cleopatra Séptimo, y obviamente se puso del lado de ella en un conflicto que se conoce como la Guerra Civil Alejandrina. Según señaló el mismo Julio César en su escrito "Guerra Civil", los aliados de Ptolomeo estaban en el puerto de Alejandría y la flota romana no podía competir contra la de su hermano Cleopatra porque era inferior en número. Así que él ordenó que se incendiaran las embarcaciones que estaban atascadas en el puerto para bloquear la flota de Ptolomeo. El relato de Julio César no especifica nada más, sin embargo, se rumora que las llamas se salieron de control y alcanzaron construcciones cercanas al puerto, entre ellas la Biblioteca de Alejandría. Aunque ésta solo sufrió daños parciales y no totales, como se tiende a pensar, aún con ello el fuego sí devoró numerosos escritos que no se pudieron recuperar, una pérdida que mermó considerablemente la influencia de la Biblioteca. Por ejemplo, Aulo Gelio, el historiador romano, señaló que la cantidad de rollos quemados alcanzó los 40 mil. Tal afirmación la realizó tras citar la extensa obra "Noches Áticas" escrita por Libio, entre el 63 antes de Cristo y el 14 después de Cristo, y que constaba de 142 libros. Plutarco, el historiador griego, que conocía muy bien Alejandría, y Dion Casio, el historiador romano, también aluden al desastre. El primero la refiere como la quema de la gran biblioteca y el segundo habló de la destrucción de un almacén de manuscritos como consecuencia de una conflagración. No obstante, la controversia de si fue o no Julio César el responsable de la destrucción es una constante que, incluso tras escritos posteriores, sólo se ha enfatizado mucho más. Por ejemplo, en Alejandría vivió en el año 20 antes de Cristo el erudito griego Estrabón, quien estuvo precisamente alojado en el Museo, un sitio al que referencia en varios escritos y jamás mencionó que allí hubiera habido algún incendio 28 años antes. Y el hecho de que no haya mencionado explícitamente a la Biblioteca hace suponer que ésta ya no gozaba de la influencia que tuvo en sus albores. Aún así, se presume que estaba en pie porque él se hallaba en el Museo. Por tanto, Julio César no pudo ser el responsable de su desaparición. El escritor Hipólito Escolar catalogó como leyenda el incendio de la Biblioteca en su obra "La Biblioteca de Alejandría". Pero Escolar no es el único que pone en duda que la Biblioteca se haya incendiado por responsabilidad de Julio César.
El debacle de la Biblioteca a manos del Imperio Romano
Egipto empezó a ser parte del Imperio Romano alrededor del año 30 antes de Cristo, después de que Augusto Octavio venciera a Cleopatra y a Marco Antonio. En los primeros años de dominación, emperadores romanos como Claudio y Domiciano prestaron atención a la Biblioteca. De hecho, se afirma que Claudio amplió el edificio. Esto permitió que en los dos primeros siglos de la era cristiana, la intelectualidad de la Biblioteca siguiera evolucionando. Pero con el tiempo, a partir del siglo III, Roma hizo que la relevancia de la ciudad de Alejandría se perdiera. En especial durante el mandato de Caracalla, quien en el año 215 y para reprimir una revuelta, ordenó el asesinato de los jóvenes de Alejandría. Caracalla, además, dejó de preocuparse por la dotación de nuevos manuscritos y por el pago que se le daba a los académicos, lo que afectó la influencia de la Biblioteca y del Museo en general. En especial porque otras bibliotecas ubicadas en el Mediterráneo iban ganando auge. Al lugar continuarían asistiendo sabios y estudiantes, a pesar de las duras privaciones que tuvieron que sortear.
También hay fuentes que manifiestan que Egipto tuvo que enfrentar graves adversidades que repercutieron de forma negativa en la vida cultural de Alejandría. Por ejemplo, los desastres ocasionados en Alejandría en el año 272, cuando el emperador Aureliano intentaba recuperar la ciudad después de que ésta había caído bajo el control del Imperio de Palmira, al mando de Zenobia, afectaron al palacio real y se presume que, en consecuencia, también el Museo y la Biblioteca. Y hay que agregar las devastaciones que Alejandría sufrió durante el mandato del emperador Diocleciano, quien en el año 296 ordenó que la ciudad fuera saqueada para acabar con unas revueltas. Las devastaciones afectaron la estructura del Museo y muchos académicos comenzaron a buscar territorios más seguros para continuar con sus estudios. El historiador inglés Edward Gibbon manifestó que el descuido y abandono al que los romanos sometieron a la Biblioteca de Alejandría solo habla de la barbarie de ese imperio.
La expansión del cristianismo y la destrucción del Templo de Serapis
Recordemos que el Templo de Serapis se convirtió en una extensión de la Biblioteca. A esta parte la llamaba "en la Biblioteca misma". Obviamente, el lugar fue un centro de culto para los creyentes de este dios greco-egipcio, al que Ptolomeo Primero declaró patrón de la ciudad de Alejandría en su anhelo por unir ambas culturas. Por tanto, fue considerado por los cristianos un sitio del paganismo. En el año 380 después de Cristo, Alejandría se hallaba bajo el dominio de Roma y el cristianismo se convirtió en la religión oficial de todo el imperio, después de que Teodosio el Grande promulgase en febrero de ese año el edicto de Tesalónica. Así, se empezó a prohibir todo vestigio del paganismo. Y en cada rincón que estuviese bajo el dominio romano, Teófilo fue nombrado obispo de Alejandría en el año 385 y en el año 391 ordenó la destrucción total del Templo de Serapis por estar dedicado a un dios pagano. Y lo más probable es que durante esa purga también se hayan destruido los manuscritos del paganismo clásico que allí se encontraban. Aún con ello, a Teófilo no se le adjudica la destrucción de la Biblioteca principal. De hecho, por varios años más los estudiosos siguieron asistiendo a ese lugar. Sin embargo, eso cambió en el año 415, cuando una turba de fanáticos del cristianismo asesinó a Hipatia, la única mujer que se abrió camino entre los académicos de la Biblioteca, y quien despedazaron y quemaron. Presumiblemente, eso terminó por desmotivar a los pocos académicos que quedaban. Se piensa, además, que durante el asesinato de Hipatia, la Biblioteca fue arrasada. Según algunas fuentes, la destrucción de la Biblioteca de Alejandría es un hecho señalado por Osorio en su obra "Historia contra los Paganos". En ella, el historiador cristiano alude a templos con estantes que fueron indudablemente vaciados por los cristianos. Sin embargo, hay que observar que él puede referirse al Templo de Serapis y no a la Biblioteca principal.
El califa Omar y la invasión musulmana
Otra de las versiones adjudica la destrucción de la Biblioteca de Alejandría al califa Omar. Él ordenó abrir alas al ejército de musulmanes que comandaba para tomar la ciudad de Alejandría en el año 640. Tras un largo asedio, los musulmanes se hicieron del control de la ciudad. Según señalan las fuentes, el califa Omar, una vez que fue notificado por parte de Harbín, de las de la existencia de la Biblioteca, ordenó la destrucción de cualquier manuscrito que contradijera las leyes del Corán, por considerarlo una herejía. Y que si había algún material que no contradijera sus creencias, también fuera destruido por superfluo. Así que, al parecer, tomaron todo ese material y lo utilizaron para hacer que unas 4.000 casas de baño de Alejandría ardieran en el fuego. Este hecho lo señala Gregory Béranger Boures, un erudito cristiano, quien además apuntó que tanto fue el material de la Biblioteca que para desaparecerlo por completo tomó seis meses. Esta versión sobre la destrucción de la Biblioteca de Alejandría se halla en "Crónica de Hombres Sabios", escrita por el historiador árabe Ibn Abd Al-Hakam, y en "Al-Qifti", la "Kitab Al-Khazhirah Fi ‘Ilm Al-Ma’rifah". Fue un hecho cuestionado en el siglo XVIII por el historiador Edward Gibbon, que lo catalogó de inverosímil y una invención de los cristianos como única responsables de la destrucción. Sin embargo, los señalamientos de Gibbon se han reconocido como erróneos, porque a Teófilo se le responsabiliza de la destrucción del Templo de Serapis, no de la estructura donde estaba la majestuosa Biblioteca.
Otras fuentes afirman que, tras la llegada de los musulmanes, no quedaban ya rastros de la Biblioteca y señalan que su destrucción fue progresiva. Todo apunta a que la verdadera causa de la destrucción del mayor centro del saber del mundo antiguo y de la humanidad puede deberse a la suma de todos los acontecimientos que hemos expuesto en este artículo y más allá de la destrucción de la estructura, lo que el mundo lamenta es el no poder acceder a los escritos. Parte de la desaparición de la Biblioteca se debe a la negligencia organizativa, en especial la romana. Hoy se desconoce el lugar exacto en el que se encontraba la Biblioteca de Alejandría y el único vestigio es lo que queda de lo que fue el Templo de Serapis. No obstante, los rollos vendidos por la Biblioteca han ayudado a recopilar un poco los hechos y ese centro del saber ha influenciado en la construcción de las bibliotecas que hoy se encuentran por todo el mundo. Por lo que podemos afirmar que su legado no desapareció del todo. De hecho, desde el año 2002 existe una nueva Biblioteca de Alejandría, ubicada obviamente en la moderna Alejandría. La Biblioteca cuenta con libros, manuscritos, mapas y además almacena de forma digital todo el conocimiento existente.
Tabla Resumen
Eventos | Causas | Responsables |
---|---|---|
Expulsión de académicos | Disputas internas y decadencia del dominio ptolemaico | Ptolomeo Octavo |
Incendio de la Biblioteca | Conflictos políticos y militares en Alejandría | Julio César |
Debacle de la Biblioteca | Negligencia romana y problemas políticos y económicos en Egipto | Caracalla, Diocleciano |
Destrucción del Templo de Serapis | Expansión del cristianismo y prohibición del paganismo | Teófilo |
Invasión musulmana | Conflicto religioso y orden de destrucción de materiales paganos | Califa Omar |
Preguntas frecuentes (FAQs)
¿Cuál es la causa principal de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría?
La causa principal es una combinación de factores, como los conflictos políticos, los cambios de régimen, la negligencia y el declive del dominio ptolemaico, la expansión del cristianismo, y la invasión musulmana.
¿Cuántos volúmenes se estima que había en la Biblioteca de Alejandría?
Las estimaciones varían, pero se dice que había entre 40.000 y 400.000 volúmenes, e incluso algunas fuentes hablan de hasta setecientos mil.
¿Existen restos de la Biblioteca de Alejandría?
No se conocen restos físicos de la Biblioteca original, pero en el lugar se encuentra actualmente la Biblioteca de Alejandría, inaugurada en 2002, que es un centro cultural y bibliotecario.
¿Cuál es el legado de la Biblioteca de Alejandría?
A pesar de su destrucción, el legado de la Biblioteca de Alejandría perdura en la historia del conocimiento y en la influencia que tuvo en la creación de otras bibliotecas alrededor del mundo.
¿Dónde se encuentra la nueva Biblioteca de Alejandría?
La nueva Biblioteca de Alejandría se encuentra en la ciudad de Alejandría, Egipto.
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Fuentes:
- Historia de Roma de Michael Grant
- The Rise and Fall of Ancient Egypt de Toby Wilkinson
- Historia Universal de Roma de Marcel Le Glay, Jean-Louis Voisin, Yann Le Bohec y David Bouvier
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La verdadera historia de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría puede catalogarse como uno de los mayores daños producidos al conocimiento de la cultura universal. Es una de las maravillas del mundo antiguo y sus albores, pero su destrucción está rodeada de imprecisiones. La desaparición de este importante espacio del saber y la investigación que hoy todo el planeta lamenta implica una serie de acontecimientos que sobrepasan el incendio que muchas pinturas no retratan.
El comienzo de la Biblioteca de Alejandría
Cuando el macedonio Alejandro Magno fundó la ciudad portuaria de Alejandría, la segunda ciudad más importante del territorio egipcio, su intención era hacerla la cuna del conocimiento y el aprendizaje de toda la cultura helénica. A través de un espacio que incentivara la sapiencia y el encuentro de eruditos de todo el mundo. Ese fue un sueño que probablemente lo inspiró su tutor, el filósofo Aristóteles, que Alejandro nunca pudo haber materializado debido a su inesperada muerte en Babilonia. Un suceso que terminó dividiendo el imperio que se extendió a tierras egipcias. Tras la muerte de Magno, en Egipto lo sucedió su general de más confianza, Ptolomeo Primero, quien procuró cumplir el sueño de su antecesor.
La verdad es que, tanto Alejandro como Ptolomeo Primero y sus sucesores, eran conscientes de que a todas luces la fuerza militar no era suficiente para lograr la dominación de las civilizaciones. De hecho, sabían que la manera más eficiente y menos desgastante de mantener una hegemonía política entre otros territorios era a través de la dominación cultural. Así que era imperativo aprender de todas las civilizaciones que dominaban por la fuerza para así asimilar de ellas lo que más convenía y fortalecer mucho más su poderío. Ptolomeo Primero contó con grandes estudiosos y pensadores a su alrededor. Uno de ellos fue el erudito y orador griego Demetrio de Palero, un gobernador o sátrapa exiliado en Egipto y quien lo ayudó con la planificación de una institución que albergaría copias de todos los escritos alrededor del mundo conocido. La idea fue inspirada por el Liceo de Aristóteles que se halló en Atenas. La nueva construcción era distinta a las ya existentes, pues estas últimas solo procuraban preservar escritos de sus propias culturas. Aún no hay consenso en el año exacto en el que se fundó, tampoco se sabe si fue durante el mandato de Ptolomeo Primero o de Ptolomeo Segundo, aunque es más probable que haya sido en el reinado de este último.
Un espacio del saber sin precedentes
La Biblioteca formó parte de una construcción mayor, conocida como Museo, un santuario de las Musas, nombre que referenciaba a las nueve musas que los griegos consideraban responsables de las distintas vertientes del conocimiento. Recordemos que Magno tuvo educación con gran influencia griega, aunque Aristóteles fuese macedonio. El Museo no dispuso de una colección de obras de arte, sino que más bien fue parecido a lo que hoy concebimos como una universidad. Su verdadero objetivo era servir como espacio en el que los estudiosos del mundo antiguo se reuniesen para investigar, traducir, dilucidar y difundir nuevos conocimientos. De manera que allí confluyeron los más grandes versados de las diferentes ramas del saber: físicos, astrónomos, alquimistas, letrados, matemáticos, etcétera. Así, la Biblioteca fue ganando prestigio. En el Museo vivían por largos lapsos y a tiempo completo un aproximado de 100 académicos. Muchos de estos eruditos trajeron consigo textos asirios, persas, egipcios, hebreos y budistas que luego se tradujeron al griego. Cuando Ptolomeo Tercero se convirtió en faraón y les exigió a las tripulaciones de barcos que atracaban en el puerto de Alejandría la entrega de sus escritos para que fueran reproducidos por los escribas oficiales, en caso de que no hubiese registros de ese manuscrito en la Biblioteca. Si tal era el caso, al encargado de la embarcación se le entregaba una copia, junto con cualquier otra compensación, y el original iba directo a la Biblioteca de Alejandría. Los administradores de este importante centro del conocimiento también se encargaban de recopilar escritos alrededor del mundo. Unos textos se compraron y otros fueron donados. La cantidad de escritos llegó a estimarse entre 40.000 y 400.000, incluso Aelio el historiador romano señaló la cifra de setecientos mil volúmenes en su obra "Noches Áticas". Supuestamente, la Biblioteca albergó la colección completa de Aristóteles. Tal fue la magnitud de escritos que obligó a que se buscase una extensión de la Biblioteca, por lo que se ocupó el espacio conocido como el Templo de Serapis, fundado por Ptolomeo Primero. Allí se albergó por lo menos el 10% del material total de la Biblioteca de Alejandría que disponía el Museo. El santuario de las Musas era un verdadero centro para la lectura, investigación y el disfrute de la naturaleza. Además de la Biblioteca propiamente dicha, tenía observatorios, laboratorios, áreas de conferencias, zoológicos, jardines botánicos, comedores, viviendas, salas para la poesía, la música, etcétera. Por años, la Biblioteca fue el centro en el que se generaban nuevos conocimientos.
El comienzo del declive de la Biblioteca de Alejandría
Son muchas las imprecisiones que rodean la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Se tiende a creer que la infraestructura fue devorada por las llamas. Sin embargo, fueron muchos los acontecimientos que mellaron la imagen y las bases de la más majestuosa biblioteca de la antigüedad. Hagamos un recorrido histórico en el que se incluyen más supuestos que certezas.
Expulsión de académicos
El declive de la Biblioteca comenzó antes de que las llamas devoraran por primera vez parte de la estructura. Y es que Ptolomeos Séptimo y Ptolomeo Octavo mantenían una disputa por el control de Egipto, y en el año 145 antes de Cristo, Aristarco de Samos-Tracia fue tutor de los hijos de Ptolomeo Séptimo y fungió como bibliotecario de este centro del saber. Aristarco apoyó a Ptolomeo Séptimo. Por esa razón, cuando éste fue asesinado y Ptolomeo Octavo se hizo del poder, el nuevo faraón expulsó de Alejandría a Aristarco y a otros académicos extranjeros. Y eso hizo que muchos de los académicos que quedaron se desvincularan de la Biblioteca, en especial los que eran discípulos de Aristarco, y comenzaron a hacer investigaciones en otras regiones, incluida Pérgamo, la principal ciudad griega que rivalizaba en conocimiento con Alejandría. La decisión de Ptolomeo Octavo dañó parcialmente la labor de la Biblioteca. Por si fuera poco, el dominio ptolemaico empezó a decaer en Egipto alrededor del siglo II antes de Cristo y la atención que le prestaban a la Biblioteca de Alejandría, en especial la monetaria, fue mermando. La inestabilidad del dominio ptolemaico ocasionó problemas políticos, económicos y sociales que afectaron directa e indirectamente a la Biblioteca y su influencia.
El emperador Julio César y el incendio de la Biblioteca
Esta es la causa más difundida sobre el fin de la Biblioteca. En el año 48 antes de Cristo, y con la intención de hallar y derrocar a Pompeyo, el general romano Julio César se trasladó a Alejandría en busca de su antiguo aliado y ahora enemigo, quien ya había muerto a manos de los alejandrinos, algo que Julio César ignoró en principio. Luego, el general romano conoció allí a Cleopatra, la descendiente más sobresaliente de los Ptolomeos. Sin darse cuenta, Julio César se halló envuelto en el enfrentamiento entre Ptolomeo 14º y Cleopatra Séptimo, y obviamente se puso del lado de ella en un conflicto que se conoce como la Guerra Civil Alejandrina. Según señaló el mismo Julio César en su escrito "Guerra Civil", los aliados de Ptolomeo estaban en el puerto de Alejandría y la flota romana no podía competir contra la de su hermano Cleopatra porque era inferior en número. Así que él ordenó que se incendiaran las embarcaciones que estaban atascadas en el puerto para bloquear la flota de Ptolomeo. El relato de Julio César no especifica nada más, sin embargo, se rumora que las llamas se salieron de control y alcanzaron construcciones cercanas al puerto, entre ellas la Biblioteca de Alejandría. Aunque ésta solo sufrió daños parciales y no totales, como se tiende a pensar, aún con ello el fuego sí devoró numerosos escritos que no se pudieron recuperar, una pérdida que mermó considerablemente la influencia de la Biblioteca. Por ejemplo, Aulo Gelio, el historiador romano, señaló que la cantidad de rollos quemados alcanzó los 40 mil. Tal afirmación la realizó tras citar la extensa obra "Noches Áticas" escrita por Libio, entre el 63 antes de Cristo y el 14 después de Cristo, y que constaba de 142 libros. Plutarco, el historiador griego, que conocía muy bien Alejandría, y Dion Casio, el historiador romano, también aluden al desastre. El primero la refiere como la quema de la gran biblioteca y el segundo habló de la destrucción de un almacén de manuscritos como consecuencia de una conflagración. No obstante, la controversia de si fue o no Julio César el responsable de la destrucción es una constante que, incluso tras escritos posteriores, sólo se ha enfatizado mucho más. Por ejemplo, en Alejandría vivió en el año 20 antes de Cristo el erudito griego Estrabón, quien estuvo precisamente alojado en el Museo, un sitio al que referencia en varios escritos y jamás mencionó que allí hubiera habido algún incendio 28 años antes. Y el hecho de que no haya mencionado explícitamente a la Biblioteca hace suponer que ésta ya no gozaba de la influencia que tuvo en sus albores. Aún así, se presume que estaba en pie porque él se hallaba en el Museo. Por tanto, Julio César no pudo ser el responsable de su desaparición. El escritor Hipólito Escolar catalogó como leyenda el incendio de la Biblioteca en su obra "La Biblioteca de Alejandría". Pero Escolar no es el único que pone en duda que la Biblioteca se haya incendiado por responsabilidad de Julio César.
El debacle de la Biblioteca a manos del Imperio Romano
Egipto empezó a ser parte del Imperio Romano alrededor del año 30 antes de Cristo, después de que Augusto Octavio venciera a Cleopatra y a Marco Antonio. En los primeros años de dominación, emperadores romanos como Claudio y Domiciano prestaron atención a la Biblioteca. De hecho, se afirma que Claudio amplió el edificio. Esto permitió que en los dos primeros siglos de la era cristiana, la intelectualidad de la Biblioteca siguiera evolucionando. Pero con el tiempo, a partir del siglo III, Roma hizo que la relevancia de la ciudad de Alejandría se perdiera. En especial durante el mandato de Caracalla, quien en el año 215 y para reprimir una revuelta, ordenó el asesinato de los jóvenes de Alejandría. Caracalla, además, dejó de preocuparse por la dotación de nuevos manuscritos y por el pago que se le daba a los académicos, lo que afectó la influencia de la Biblioteca y del Museo en general. En especial porque otras bibliotecas ubicadas en el Mediterráneo iban ganando auge. Al lugar continuarían asistiendo sabios y estudiantes, a pesar de las duras privaciones que tuvieron que sortear.
También hay fuentes que manifiestan que Egipto tuvo que enfrentar graves adversidades que repercutieron de forma negativa en la vida cultural de Alejandría. Por ejemplo, los desastres ocasionados en Alejandría en el año 272, cuando el emperador Aureliano intentaba recuperar la ciudad después de que ésta había caído bajo el control del Imperio de Palmira, al mando de Zenobia, afectaron al palacio real y se presume que, en consecuencia, también el Museo y la Biblioteca. Y hay que agregar las devastaciones que Alejandría sufrió durante el mandato del emperador Diocleciano, quien en el año 296 ordenó que la ciudad fuera saqueada para acabar con unas revueltas. Las devastaciones afectaron la estructura del Museo y muchos académicos comenzaron a buscar territorios más seguros para continuar con sus estudios. El historiador inglés Edward Gibbon manifestó que el descuido y abandono al que los romanos sometieron a la Biblioteca de Alejandría solo habla de la barbarie de ese imperio.
La expansión del cristianismo y la destrucción del Templo de Serapis
Recordemos que el Templo de Serapis se convirtió en una extensión de la Biblioteca. A esta parte la llamaba "en la Biblioteca misma". Obviamente, el lugar fue un centro de culto para los creyentes de este dios greco-egipcio, al que Ptolomeo Primero declaró patrón de la ciudad de Alejandría en su anhelo por unir ambas culturas. Por tanto, fue considerado por los cristianos un sitio del paganismo. En el año 380 después de Cristo, Alejandría se hallaba bajo el dominio de Roma y el cristianismo se convirtió en la religión oficial de todo el imperio, después de que Teodosio el Grande promulgase en febrero de ese año el edicto de Tesalónica. Así, se empezó a prohibir todo vestigio del paganismo. Y en cada rincón que estuviese bajo el dominio romano, Teófilo fue nombrado obispo de Alejandría en el año 385 y en el año 391 ordenó la destrucción total del Templo de Serapis por estar dedicado a un dios pagano. Y lo más probable es que durante esa purga también se hayan destruido los manuscritos del paganismo clásico que allí se encontraban. Aún con ello, a Teófilo no se le adjudica la destrucción de la Biblioteca principal. De hecho, por varios años más los estudiosos siguieron asistiendo a ese lugar. Sin embargo, eso cambió en el año 415, cuando una turba de fanáticos del cristianismo asesinó a Hipatia, la única mujer que se abrió camino entre los académicos de la Biblioteca, y quien despedazaron y quemaron. Presumiblemente, eso terminó por desmotivar a los pocos académicos que quedaban. Se piensa, además, que durante el asesinato de Hipatia, la Biblioteca fue arrasada. Según algunas fuentes, la destrucción de la Biblioteca de Alejandría es un hecho señalado por Osorio en su obra "Historia contra los Paganos". En ella, el historiador cristiano alude a templos con estantes que fueron indudablemente vaciados por los cristianos. Sin embargo, hay que observar que él puede referirse al Templo de Serapis y no a la Biblioteca principal.
El califa Omar y la invasión musulmana
Otra de las versiones adjudica la destrucción de la Biblioteca de Alejandría al califa Omar. Él ordenó abrir alas al ejército de musulmanes que comandaba para tomar la ciudad de Alejandría en el año 640. Tras un largo asedio, los musulmanes se hicieron del control de la ciudad. Según señalan las fuentes, el califa Omar, una vez que fue notificado por parte de Harbín, de las de la existencia de la Biblioteca, ordenó la destrucción de cualquier manuscrito que contradijera las leyes del Corán, por considerarlo una herejía. Y que si había algún material que no contradijera sus creencias, también fuera destruido por superfluo. Así que, al parecer, tomaron todo ese material y lo utilizaron para hacer que unas 4.000 casas de baño de Alejandría ardieran en el fuego. Este hecho lo señala Gregory Béranger Boures, un erudito cristiano, quien además apuntó que tanto fue el material de la Biblioteca que para desaparecerlo por completo tomó seis meses. Esta versión sobre la destrucción de la Biblioteca de Alejandría se halla en "Crónica de Hombres Sabios", escrita por el historiador árabe Ibn Abd Al-Hakam, y en "Al-Qifti", la "Kitab Al-Khazhirah Fi ‘Ilm Al-Ma’rifah". Fue un hecho cuestionado en el siglo XVIII por el historiador Edward Gibbon, que lo catalogó de inverosímil y una invención de los cristianos como única responsables de la destrucción. Sin embargo, los señalamientos de Gibbon se han reconocido como erróneos, porque a Teófilo se le responsabiliza de la destrucción del Templo de Serapis, no de la estructura donde estaba la majestuosa Biblioteca principal. Otras fuentes afirman que, tras la llegada de los musulmanes, no quedaban ya rastros de la Biblioteca y señalan que su destrucción fue progresiva.
Tabla Resumen
Eventos | Causas | Responsables |
Expulsión de académicos | Disputas internas y decadencia del dominio ptolemaico | Ptolomeo Octavo |
Incendio de la Biblioteca | Conflictos políticos y militares en Alejandría | Julio César |
Debacle de la Biblioteca | Negligencia romana y problemas políticos y económicos en Egipto | Caracalla, Diocleciano |
Destrucción del Templo de Serapis | Expansión del cristianismo y prohibición del paganismo | Teófilo |
Invasión musulmana | Conflicto religioso y orden de destrucción de materiales paganos | Califa Omar |
Preguntas frecuentes (FAQs)
1. ¿Cuál es la causa principal de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría?
La causa principal es una combinación de factores, como los conflictos políticos, los cambios de régimen, la negligencia y el declive del dominio ptolemaico, la expansión del cristianismo y la invasión musulmana.
2. ¿Cuántos volúmenes se estima que había en la Biblioteca de Alejandría?
Las estimaciones varían, pero se dice que había entre 40.000 y 400.000 volúmenes, e incluso algunas fuentes hablan de hasta setecientos mil.
3. ¿Existen restos de la Biblioteca de Alejandría?
No se conocen restos físicos de la Biblioteca original, pero en el lugar se encuentra actualmente la Biblioteca de Alejandría, inaugurada en 2002, que es un centro cultural y bibliotecario.
4. ¿Cuál es el legado de la Biblioteca de Alejandría?
A pesar de su destrucción, el legado de la Biblioteca de Alejandría perdura en la historia del conocimiento y en la influencia que tuvo en la creación de otras bibliotecas alrededor del mundo.
5. ¿Dónde se encuentra la nueva Biblioteca de Alejandría?
La nueva Biblioteca de Alejandría se encuentra en la ciudad de Alejandría, Egipto.
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Fuentes:
- Historia de Roma de Michael Grant
- The Rise and Fall of Ancient Egypt de Toby Wilkinson
- Historia Universal de Roma de Marcel Le Glay, Jean-Louis Voisin, Yann Le Bohec y David Bouvier
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La verdadera historia de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría puede catalogarse como uno de los mayores daños producidos al conocimiento de la cultura universal. Es una de las maravillas del mundo antiguo y sus albores, pero su destrucción está rodeada de imprecisiones. La desaparición de este importante espacio del saber y la investigación que hoy todo el planeta lamenta implica una serie de acontecimientos que sobrepasan el incendio que muchas pinturas no retratan.
El comienzo de la Biblioteca de Alejandría
Cuando el

¡Hola! Soy Javier L., un apasionado de la historia que ha encontrado en la escritura una vía para compartir y explorar los rincones más fascinantes de nuestro pasado. Cuando no estoy sumergido en algún libro o documento histórico, me encuentras plasmando mis descubrimientos y reflexiones en este blog. Creo firmemente que la historia no solo es una serie de fechas y eventos, sino un rico conjunto de historias y lecciones que aún resuenan hoy. ¡Espero que disfrutes leyendo tanto como yo disfruto escribiendo! Un saludo y gracias por acompañarme en esta travesía por el tiempo.
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