Cómo era la vida en un castillo medieval? Seguramente las historias de Disney pintaron en tu imaginario la magia y la imponencia del príncipe y la princesa viviendo en un señorial castillo, impartiendo justicia a su pueblo mientras vivían felices por siempre. La verdad es que vivir en un castillo medieval no era una realidad tan dulce y tan pintoresca como los cuentos nos han hecho creer. En realidad, vivir en un castillo era complicado. Dentro de ellos habitaba una cantidad impresionante de gente, además eran lugares húmedos, oscuros y llenos de ratas que portaban un sinnúmero de enfermedades. Si quieres saber mucho más de cómo era la vida en un castillo medieval, quédate para que lo descubras de verdad. Te vas a sorprender.
- Había virus y enfermedades
- Los castillos medievales no eran lugares de relax
- Eran sitios de tortura
- Tenían muy mal olor
- Los fosos eran clave para evadir a los enemigos
- No había agua potable
- No había privacidad
- Vivir dentro de un castillo era como vivir en una ciudad
- Las habitaciones eran demasiado oscuras y frías
- Lo habitaba gente de diferentes estratos sociales
- Tenían capillas internas y eran de la mayor importancia
- Su ubicación tenía que ser estratégica
- El castillo de Alcázar en Segovia, España
- Resumen de la información
- Preguntas frecuentes
Había virus y enfermedades
Vivir en un castillo medieval era todo menos romántico. Los castillos de esta época pululaban de virus y enfermedades, ya que no contaban con una fuente de agua potable y la asepsia de las personas no era que importara mucho para ese entonces. Bañarse religiosamente como lo hacemos hoy en día y que al menos tomamos una ducha diaria era impensable en la Edad Media. Las personas podían durar meses, incluso años, sin tomar un baño, pues este era privilegio de reyes, señores, damas consortes y caballeros de noble armadura. La servidumbre y los soldados estaban en un nivel inferior y no había manera de que accedieran a estos privilegios. Por ello, era lógico que hubiera un poco más de tolerancia con el tema de los olores corporales y con los olores del castillo. Así que, espléndidamente, se inventaron los perfumes para poder enmascarar un poco el hedor. No nos sorprende entonces que en la Edad Media hayan surgido tantas plagas y pestes. La falta de higiene era un factor que favorecía su propagación.
Los castillos medievales no eran lugares de relax
Los castillos medievales no eran lugares pensados para el descanso. Fueron construidos con la intención de proteger a la población en caso de ataque. Por ello, su arquitectura fue concebida de forma estratégica. El objetivo era permitir que, por ejemplo, un arquero pudiera disparar desde adentro, pero que las flechas enemigas no pudieran traspasar los ventanales. La fórmula de rendija a manera de ventana era lo usual, razón por la que a los castillos medievales les entraba poca luz, y por eso eran tan oscuros y lúgubres.
Eran sitios de tortura
Difícilmente pensaron que eran lugares donde las personas recibían sendos castigos. Los enemigos que eran capturados en batalla eran transportados a las mazmorras y calabozos de estos castillos para que les infligieran los castigos más penosos a los que podían ser sometidos. Además, si tenemos en cuenta que por la humedad, las ratas y la cantidad de virus que rondaban en el ambiente, una persona podría acelerar su muerte. No podrías imaginarte siquiera el terror de ser capturado y llevado a uno de estos lugares. El promedio de vida de una persona saludable en la Edad Media era de 40 años, es decir, a tus 40, eras considerado viejo, y además, si eras sometido a todos estos vejámenes, con seguridad a los 20 o 30 ya estarías pisando las puertas del cementerio.
Tenían muy mal olor
Debido a la cantidad de personas que vivían en ellos, la falta de agua potable y los pocos canales y letrinas construidos para las necesidades fisiológicas, los castillos olían terriblemente mal. De hecho, en ocasiones, tiraban sus excrementos y la orina por las ventanas ante la falta de baños. Cuentan los historiadores que los reyes y reinas del Medievo eran incapaces de pasar más de ocho semanas en un mismo castillo debido a los malos olores que se acumulaban y emanaban, no solo del espacio físico, sino de unos y de otros.
Los fosos eran clave para evadir a los enemigos
Los fosos eran una característica clave de los castillos medievales. Eran profundas trincheras que rodeaban los castillos para dificultar el avance de los enemigos. En caso de ataque, el puente levadizo se elevaba para impedir la entrada de los enemigos. De esta forma, los castillos eran auténticas fortalezas. Se les incrustaban palos y toda especie de trampas en caso de que los atacantes tuvieran la suspicacia de intentar atravesarlos. Pero, como era de esperarse, también olían terriblemente mal.
No había agua potable
Evidentemente, aún no había un sistema para hacer correr el agua tal y como nos llega hoy a nuestros hogares. Trasladar agua para la cocción, los quehaceres del castillo y la asepsia de los nobles eran tareas titánicas que no se hacían a menudo. El agua, al no ser potable, producía muchas enfermedades en la población. Así que, por lo general, dentro del castillo se bebía vino o cerveza, ambas bebidas sometidas a un proceso de fermentación para que fueran menos insalubres.
No había privacidad
Al entrar a los baños, los pocos que pudiera tener un castillo, estaban a la vista de todo el mundo. Así que tener privacidad para hacer las necesidades fisiológicas era un lujo que ni siquiera los reyes y señores podían darse. Ahora bien, las mujeres, al encontrarse ataviadas con sendos y engorrosos vestidos, lo tenían aún más difícil. Cuenta la historia que en ocasiones orinaban en cualquier rincón del castillo, aún con los incómodos vestidos puestos. Además, el uso frecuente de abanicos y fuertes fragancias a base de ámbar y almizcle era precisamente para disimular los malos olores que expedían sus cuerpos.
Vivir dentro de un castillo era como vivir en una ciudad
Vivir en un castillo era casi igual a vivir en una ciudad atestada de gente. Sirvientes, soldados, probadores, caballeros, damas, señores y hasta mascotas convivían en un mismo espacio. En ocasiones resultaba sofocante, pues también debían compartir el sitio con algunas ratas, ya que estaban en todas partes. Lo que irremediablemente propiciaba la propagación de numerosas enfermedades. Algunos habitantes se mantenían borrachos. Cualquiera que hubiera tenido que padecer las condiciones de la época bien hubiese querido embriagar sus penas en alcohol para hacer la vida más llevadera. Ese era el caso de la mayoría de los habitantes del castillo. Aunque la historia no especifica quiénes eran y en qué rangos de la escala social estaban, lo cierto es que, por las condiciones del agua que no era para nada recomendable beber, se prefería el vino y la cerveza. Y de paso, excederse con cualquiera de estas bebidas no estaba mal visto, ya que ayudaba un poco a calmar los ánimos y vivir más cómodos con las situaciones que afrontaban dentro del castillo.
Las habitaciones eran demasiado oscuras y frías
Ninguna habitación se salvaba dentro del castillo. Corría una especie de humedad y frío que hacía crujir los huesos y que se elevaba a través del piso y las paredes. De hecho, las paredes tenían grietas por donde corrían hilos de agua permanentemente. Lo que hacían algunos sirvientes era poner paja en las cámaras, hierba sobre el suelo, que además también ayudaba con los malos olores que emanaban del castillo. A los reyes y señores les ponían una especie de edredones con plumas para así mitigar un poco el frío. El lugar más cálido del castillo, según cuentan los historiadores, era la cocina, donde se encendían grandes fogones para poner las calderas y preparar los alimentos.
Los castillos, como ya dijimos anteriormente, se convertían para los fines prácticos en una pequeña ciudad, en donde recibían a la nobleza en todo su esplendor. Damas, capellanes, caballeros, escuderos, probadores, hombres de armas, soldados de infantería y sirvientes se comían lo mismo casi todos los días. No había manera de ponerse creativos debido a las ínfimas condiciones para almacenar los alimentos. Así que prácticamente se comía lo mismo todos los días. Cada castillo disponía de su propia huerta y poseían estanques cercanos para poder pescar. La carne se asaba en enormes pinchos y la comida se preparaba en calderos gigantes. En las grandes ollas y barriles de madera se almacenaba la comida guisada. Solo la nobleza y los ricos tenían el privilegio de tomar el vino en copas de oro y plata.
Tenían capillas internas y eran de la mayor importancia
Sobre todo, para los rituales de investir a un caballero. Según se cuenta, un caballero no podía comer ni dormir un día antes de su investidura. Tenía que orar dentro de la capilla al amanecer del día siguiente. Luego, era vestido con una manta o túnica blanca que significaba la fuerza y la fe en Dios. Después, se presentaba ante el altar y se le ponía la armadura. Tras el ritual para investirlo, se bendecía su espada y el rey daba el beso de la paz golpeándolo suavemente con la misma espada.
Su ubicación tenía que ser estratégica
Un castillo no estaba pensado para la comodidad. Estaba pensado para la protección de nobles y aldeanos. Por ello, escoger una ubicación retirada y preferiblemente en lo alto era la mejor decisión si querían resistir y ganar una invasión. Los castillos fueron pensados para resistir los ataques enemigos. Aunque un gran castillo podría dar cuenta del señorío de su propietario, el señor feudal, claramente fueron fortificaciones hechas para la protección de los habitantes de la época en caso de ataque y poseían terribles condiciones de salubridad.
El castillo de Alcázar en Segovia, España
Sirvió de inspiración a Disney para recrear el hogar de Cenicienta y su príncipe viviendo felices por siempre. No podemos imaginarnos de otra forma. Aunque la historia hoy nos cuente lo contrario, donde vivían el señor o el rey y la reina, suponemos que te lo has venido preguntando. Pues bien, su situación privilegiada los ubicaba en lo más alto del castillo, exactamente en la torre del homenaje, como se le conoce. En la torre del homenaje se encontraban sus habitaciones, pero este lugar también servía para guardar los víveres y los abarrotes. Es decir, era el lugar más privilegiado del castillo y el mejor protegido desde su construcción, estratégicamente hablando. En caso de ataque y posible avance de los enemigos, la torre del homenaje tenía que brindar la mayor protección tanto al almacenaje como a los señores. Por ello, las escaleras que conducían hasta este lugar tenían un trayecto abrupto y escabroso para dificultar la llegada. En los sótanos especiales se guardaban el vino, los quesos y la carne que se conservaba en salmuera y especias para que se pudriera.
Resumen de la información
Aspecto | Descripción |
---|---|
Virus y enfermedades | Los castillos medievales eran lugares propensos a plagas y enfermedades debido a la falta de higiene y a la carencia de agua potable. |
No eran lugares de relax | Los castillos medievales no eran lugares diseñados para el descanso, sino fortificaciones para proteger a la población en caso de ataque enemigo. |
Eran sitios de tortura | Los enemigos capturados eran sometidos a castigos penosos en los calabozos de los castillos. |
Tenían muy mal olor | La falta de higiene y los malos olores eran una constante en los castillos debido a la escasez de agua potable y a las condiciones insalubres. |
No había agua potable | La falta de un sistema de suministro de agua potable obligaba a consumir vino o cerveza, aunque eso también conllevaba problemas de salud. |
No había privacidad | La falta de privacidad era un aspecto común en los castillos, incluso para las necesidades fisiológicas más básicas. |
Vivir dentro de un castillo era como vivir en una ciudad | Los castillos medievales albergaban a una gran cantidad de personas de diferentes estratos sociales, lo que generaba una convivencia agitada y, en ocasiones, incómoda. |
Las habitaciones eran demasiado oscuras y frías | La humedad y el frío eran constantes en las habitaciones de los castillos, lo que dificultaba el confort de los habitantes. |
Lo habitaba gente de diferentes estratos sociales | En los castillos coexistían nobles, soldados, sirvientes y otros habitantes de diferentes estratos sociales, creando una auténtica ciudad dentro de los muros. |
Tenían capillas internas y eran de la mayor importancia | Las capillas internas cumplían un papel relevante en el desarrollo de rituales y ceremonias, especialmente en la investidura de caballeros. |
Su ubicación tenía que ser estratégica | La elección de la ubicación de los castillos era fundamental para su función defensiva y protectora. |
Preguntas frecuentes
A continuación, responderemos algunas preguntas frecuentes sobre cómo era la vida en un castillo medieval:
1. ¿Cómo era la higiene en los castillos medievales?
La higiene en los castillos medievales era precaria. La falta de agua potable dificultaba el baño regular de los habitantes, lo que favorecía la propagación de enfermedades.
2. ¿Qué comían los habitantes de los castillos?
La comida en los castillos medievales era bastante limitada y repetitiva. Se consumía principalmente carne asada en grandes pinchos y alimentos guisados en calderos gigantes.
3. ¿Había privacidad en los castillos?
No, la privacidad era prácticamente inexistente en los castillos medievales. Incluso los baños estaban a la vista de todos, lo que dificultaba la intimidad.
4. ¿Cómo se protegían los castillos de los enemigos?
Los castillos se protegían mediante la construcción de fosos, puertas levadizas y trampas para dificultar el acceso de los enemigos. También se ubicaban en lugares estratégicos, como alturas, para tener una visión amplia y protegida.
5. ¿Cuál era la función de las capillas en los castillos?
Las capillas internas de los castillos tenían una gran importancia en la vida religiosa de los habitantes. Se realizaban rituales, como la investidura de caballeros, y se llevaban a cabo ceremonias y oraciones.
Esperamos que esta información haya sido útil para que conozcas cómo era la vida en un castillo medieval. Si tienes alguna otra pregunta, déjanos un comentario y estaremos encantados de responderte.
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¡Hasta pronto!

¡Hola! Soy Javier L., un apasionado de la historia que ha encontrado en la escritura una vía para compartir y explorar los rincones más fascinantes de nuestro pasado. Cuando no estoy sumergido en algún libro o documento histórico, me encuentras plasmando mis descubrimientos y reflexiones en este blog. Creo firmemente que la historia no solo es una serie de fechas y eventos, sino un rico conjunto de historias y lecciones que aún resuenan hoy. ¡Espero que disfrutes leyendo tanto como yo disfruto escribiendo! Un saludo y gracias por acompañarme en esta travesía por el tiempo.
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